miércoles, 16 de junio de 2010

Lo que el verano me dejó

El 2010 empezó como ningún otro. Unas terribles vacaciones en Brasil con mis amigas me estaban esperando.

Un paisaje de la puta madre, una casa de la concha de la lora, un clima de la mierda…todo increíble. La playa, el sol la arenita finita y casi blanca entre los dedos…

Una tarde jugábamos al burako mientras se hacía de noche cuando dos tucumanos llegan a saludar a una de las chicas. Yo, que no me había ido a Brasil a juntarme o cruzarme con tucumanos, ni los miré. Según mis amigas uno saludo, el otro emitió a penas una mímica desde lejos.

Esa misma noche caen a nuestra casa invitados por mi simpática amiga a “hacer la previa” (no sé bien previa de que porque en realidad no había mucho que hacer donde estábamos). Llegan y automáticamente lo veo. Entraba con una guitarra colgada al hombro, acompañado por Pato, su mejor amigo.

Esa noche subestimé a la caipirinha mientras recibía mensajes de un amor de verano desde Tucumán. La subestimé y al segundo vaso ya estaba copeteada. Después de sentarme a su lado para cantar algunas canciones, me sentí mareada y decidí bajar a la playa con Rocío y Flofó. Pero no duré ni 15 minutos y tuve que irme a la cama.

Esa noche él y su guitarra se fueron con Laurinha. Lo demás es historia. Ellos chaparon y él se convirtió en la mascotita de la casa mientras Pato y Marín hacia la suya lejos del grupo. Incluso me tome el atrevimiento de contarle mis historias amorosas y que me diera concejos.

En qué momento se convirtió en otra cosa esta historia?? No sé, pero pasó. Después de miles de histeriqueadas, “jueguitos”, aproximaciones y alejamientos, chats y conversaciones telefónicas de 3 hs mínimo, el miércoles antes de semana santa, concretamos. Nos fuimos a la rotonda y después de hablar un rato y unos masajes improvisados en el auto, chapamos.

Después de unas cuantas veces más, la cosa se puso un poco más….seria (¿¿??) y ahora se supone que “estamos” juntos (léase: salientes, amigos con derechos, amiguitos, filitos, festejante, cenador, etc.)

En fin…la cuestión es que me tiene de la nariz y eso me pone muy pero muy nerviosa.

Ahhh!! El porqué de su apodo viene de que cuando volvimos nos dimos cuenta que trabajábamos para facciones opuestas en una contienda electoral, por lo que yo les contaba a mis compañeras de trabajo/amigas sobre él denominándolo “el enemigo”.

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