Houston...tengo un gran problema.

El problema no es que me gusta que seas simple y sin tanto rollo, ni que me gusta ese corte de pelo y la barba con canas de señor de casi 50. No es problema que me derrita tu sonrisa y cuando me miras me tiemblen las piernitas. El problema no es que sonrío con cada mensaje tuyo. Lo peor de todo no es que hasta me gusten tus patitas de tero y aunque no tengas nada maravilloso yo te vea perfecto.


El problema real es como me haces sentir cuando estás cerca mío, que me gusta mucho la persona que soy cuando estoy con vos. El problema real es que que te empecé a soñar despierta, que no puedo dejar de pensar en vos.

Y el peor de los problemas es que después de muchos (MUCHÍSIMOS) años, me hiciste volver a escribir. 

Y lo peor de lo peor es que estás casado... 

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Cartas para Julia, toma un millón

Me cansé de decirle la verdad, porque no había otra versión, me cansé de tratar de hacer un puente mientras me movía su orilla.  


Me cansé de palabras leídas pero que nunca fueron escuchadas, de palabras que calman engañosamente como el agua de mar calma la sed.  


Me cansé de todos esos "te quiero" derrotados por la distancia, de todo el engaño y lo intrincado.  


Me cansé de esos abrazos que no tocan, de esos besos que no trascienden el alma y de esas miradas que no desarman.  


¿En quién piensa Ud.  cuando dice distancia?  Y esta esperanza en fase terminal que no quiere soltarla, es un dolor que llevo en el alma.


Y de golpes que te hacen caer sobre tus rodillas se trata la vida, pero también de poder levantarse y seguir caminando primero, y avanzando después. Porque el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.  


Mi error fue que no supe cómo vivirla, y ya no importa si fui nada o todo, porque nunca supe el lugar que ocupé en su vida.  Pero de este caos aprendí la constancia, y de esta paciencia aprendí mi importancia, porque soy todas esas veces que he fallado, y si no fuera por eso, jamás me hubiera encontrado.  


Sigo pensando que hay que hacer que las cosas sucedan, a pesar del miedo a destruirlas.  Y más de una vez creí que sí, y más de una vez creí que juntos, porque cada quien tiene el paisaje que se atreve a imaginar.  

Pero ella tuvo miedo de imaginarnos, y me dejó aquí, solo con sus silencios.  


Y así fue como una noche dejé de mirar la luna, esa luna tan llena de nada y ausente de todo.  


Sólo espero que me recuerde por ser quien nunca la olvidó.  Yo me quedaré con esta memoria, con esta muerte a plazos, con estas piedras abandonadas.

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