domingo, 2 de diciembre de 2012

De las relaciones madre-hija y otras verduras...

No es novedad que la cruz mas pesada que cargamos durante nuestra vida es la relación que mantenemos con nuestras madres. Yo por supuesto, no soy la excepción.

Soy parte de una familia numerosa. La tercera de cinco hermanos. La del medio.

Desde chica aprendí que era mejor cuidarme sola que pedir ayuda a los demás. Era más práctico arreglármelas sola que pedirle a mi mamá que me ayudara porque ella ya tenía demasiado trabajo con mis otros hermanos. Así me hice un persona sumamente independiente, tan que a los seis años me perdí muy lejos de casa y sabía exactamente como volver.

Mi familia me perdía en todos lados. Se iban de casa sin mi, me dejaban en el dentista, en la casa de algún familiar, y hasta en el aeropuerto. No, no estoy parafraseando a la película de Mi pobre angelito, realmente me dejaban olvidad en todos lados. Se olvidaban porque era callada y casi inexistente. No hablaba ni molestaba a nadie. Obtenía lo que quería como podía y nadie nunca sabía donde estaba ni haciendo qué.

Desde chica me escapaba a lugares donde nadie podía molestarme para pensar y escribir. Me gustaba caminar sola y enredarme en mi propia cabeza.

Así salí como salí.

La cuestión es que eso marcó a fuego mi posición en la familia. Mi lugar, mi rol.

Todo esto viene a que NO PUEDO superar el lugar que ocupo en la vida de mi mama, ni en el del resto de la gente. NO SOPORTO la diferencia que existe entre mis hermanos y yo.

Yo se que me ama y esas cosas, pero me es imposible hacer comparaciones acerca de como ella es con mi hermanos y la diferencia abismal que existe conmigo. No se porque, pero cada vez que la noto me enfurezco, y después me pongo triste y necesito meterme dentro de mi. Ni siquiera soy capaz de emitir una palabra...

En fin...solo se los quería contar, porque, obviamente es algo que jamás podré superar...

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