Freedom!
Existe
un momento. Es un segundo, o quizás una milésima de segundo. Y ese esa milésima
donde todo cambia. Es el momento en el que todo lo que pensabas y creías como verdadero
de repente se pone patas para arriba.
Absolutamente
todo lo que creías que estaba bien se desmorona como castillo de arena en
verano.
Es
casi ilógico pensar en eso unos minutos atrás. Pero te pasa. Y cuando te pasa
es la pura felicidad.
Hace
algunos días hasta llegué a fantasear en que podíamos tener algo. No sé bien
que, solo sé que había algo dando vueltas en el aire. Algo que al principio
manejaba con total naturalidad y pensé que podía seguir manejándolo igual. Un par
de mensajes a deshoras y muchos sexo alcoholizados (y a veces sobrios también).
Pensé que descargar esas ansias con él era una buena manera de desmitificarlo,
de sacarle encanto. Pero como siempre, me equivoqué. A los días comencé a
pensar DEMASIADO en él y a tener muchas
ganas de verlo. FUCK. Se lo digo y él se hace el pobre inocente de a mí me pasa
lo mismo y también sufro. Bullshits. Domingo a la noche.
Lunes
por la mañana mi mama me da la noticia: mi madrina que hace días estaba muy
enferma e internada, deja la terrenalidad. Yo, que había quedado con él en
verme esa tarde, le aviso que va a ser imposible porque “falleció mi tía y
tengo que ir al velorio” a lo que contesta: Lo siento mucho L… FIN. Después de 5 fucking años
perdidos al lado suyo es todo lo que tiene para decirme. FIN, si, FIN. Nada más
culminante que un tipo que no sabe ser sostén y compañía. Lo odie por un
segundo y después le tuve pena, mucha pena. Su inhabilidad social me sorprende
y a la vez me derrota. O derrota lo poco que quedaba del amor que le tenía… se
desvanece y yo lo miro irse con pena y empowerment.
Gracias.
Gracias por ayudar hasta el último segundo a liberarme de esta cadena que me tuvo
presa durante tanto tiempo.
Ya
soy libre. Soy libre para ser feliz, para amar y sobre todo para amarme.